Tanivet

LOS QUE SE QUEDAN. MIGRACIÓN
La migración sin documentos es, muchas veces, un asunto de vida. Las causas por las que la mayoría de las personas deciden abandonar su lugar de origen son fundamentalmente, para vivir. Las personas sueñan con lograr un mejor nivel económico, porque su país no ofrece ni las posibilidades de una educación que después les permita acceder a un trabajo bien remunerado. Y aún cuando pudiesen estudiar, tampoco tienen la oportunidad de ese trabajo mejor remunerado. El sueño les parece posible. A pesar de conocer miles de historias de paisanos que han perdido la vida en el intento, o que han logrado llegar, pero son deportados o, en el mejor de los casos, logran conseguir un empleo y permanecer, pero que viven asustados por la posibilidad de la deportación, insisten en ir, se van. En muchos casos, sus vidas no son tan glamorosas como imaginaron; soportan la tremenda nostalgia de lo que dejaron atrás; no pueden regresar a ver a su familia, el riesgo de que les impidan volver los detiene.
San Francisco Tanivet, en los Valles Centrales de Oaxaca, es casi un pueblo fantasma. La mayoría de sus hombres y muchas mujeres jóvenes dejaron su lugar y viven en Los Ángeles, California. Absolutamente todas las familias tienen integrantes en “el norte”, uno o todos sus hijos, un esposo, un tío. La mayoría de las que se quedaron son mujeres que no han visto a sus seres queridos en cinco, diez o veinte años. No conocen a sus nietos. Se escriben, intercambian fotos, reciben remesas, pero la ausencia y el deseo de verlos son las constantes. Han formado un grupo llamado “Las Hormigas Bordadoras” y ahí, en sus obras, plasman los sentimientos que las invaden.
En contraste con la mayoría de las imágenes que se hacen de las personas migrantes sin documentos, que son captadas en la línea fronteriza, en los lomos de los trenes, en el desierto, casi nadie se detiene en los que se quedan, en los que esperan, en los que añoran.
Convivir con los habitantes de Tanivet es una experiencia abrumadora, son personas cálidas, amables, sencillas, comparten sus reuniones, sus tortillas, sus relatos, muestran sus fotos, sus cartas, sus bordados. Todos tienen una historia que contar, una ausencia que lamentar, una nostalgia que revivir, una tragedia que sufrir, un dolor permanente que se siente en el aire, en la tierra, en las casas, en las miradas, en los bordados. Tanivet es un pueblo triste, desolado, que recuerda y con sus recuerdos, vive.AG_12 copy

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